De cómo hacer Justicia cuando se ha privilegiado declarar derechos a darles garantía de ejecución, y de cuando los derechos individuales parecen colisionar con el bien común.
Antes de la llegada del Juez o Pretor como alternativa a la Ley del Talión siempre existieron diversas formas de resolver conflictos de relación intracomunitaria partiendo de normas o reglas que inspiraban luego esquemas arbitrales o bien se basaban en una forma de mediación -aún cuando no necesariamente aséptica como se concluye en la modernidad- para imponer el conjunto normativo.
La sociedad del hombre declaraba sus derechos y sumaba a ellos la forma con los que iba a volver a decirlos y realizarlos frente a cada conflicto. Amalgamaba elementos para poder "conducirse" en sociedad. Y construía "el Derecho" para hacer Justicia (conciliando, arbitrando, juzgando).
Decimos aquí que del esfuerzo en la declaración “derecho de fondo” y en el modelo de imposición (“derecho adjetivo” o “formal”) el hombre fue construyendo convivencia, y el derrotero fue lograrlo de manera equilibrada, como lo hacen las aves al desplegar sus alas.
Los romanos se referían al Derecho -lo escribo con mayúscula para no confundir su definición con la terminología a emplear para nuestros “derechos” subjetivos y personales- como una forma de conducirse los hombres en la vida social; por lo que entonces bajo esta formación cultural no concibo la idea o existencia de derechos individuales sino en razón de la vida comunitaria. El derecho de cada uno se visibiliza y espeja del reconocimiento que le da el otro. Aún cuando su esencia trasciende a la misma sociedad nunca la pierde de vista en su dinámica. Las normas o reglas pre anunciadas con las que nos conducimos como Nación son precedidas por los derechos, pero las normas las da el Estado, y en tanto se asume “afectio societatis” (afecto y ánimo social) el Derecho normado no tiene comprensión fuera de la vida comunitaria.
Desde una concepción individualista otros piensan que nuestros derechos no sólo la preceden sino que también se imponen a la comunidad, yo digo de otro modo que es la dignidad de la persona la que precede y que los derechos como los conocemos son logros reflejos ordenados y normados de una convivencia.
Puedo “ser” y aislarme de la sociedad, puedo ser voluntaria o psicológicamente “asocial”, más no puedo hacer prevalecer esa esfera de derechos individuales (“mis derechos”) en la exigencia de que cada uno resulte reconocido en un Código como pretendiendo un privilegio a la sociedad misma si de pronto está claro que “he elegido estar en comunidad”.
Sin embargo cambió el eje de la vida comunitaria. El Derecho como esfuerzo conductivo social quedó como un carro delante del caballo. Tal vez hayamos mutado como sociedad sin interpretar claramente nuevas premisas de resolución de conflictos que deberían contener la formalidad de nuevos modelos de Derecho. El respeto de los derechos individuales -quiera o no estar alguien en sociedad- es hoy priorizado al conjunto que instrumentó las reglas. Entonces, ¿cómo logramos Justicia hoy en el marco de una comunidad determinada a enunciar casi todos los derechos como justos por cuanto privados?
Porque en definitiva cito estas cuestiones, porque quizá hoy tengamos una caída más evidenciada en las formas, en los modelos de hacer Justicia, que en el fondo declarativo de los derechos. Creo no hay inconvenientes en la interpretación del Derecho como sí en el ámbito de su aplicación. Y que la razón y angustia sobre derechos individuales se presenta como una contradicción a la cultura de la convivencia.
Debemos pacificar, es el principio de todos los inicios, así como nada debe colisionar en nuestro interior, la sociedad requiere ser acariciada y comprendida en su existencia a modo que también dé sentido al Estado. Pero en la República no existe otro modo sino desde una evaluación a partir del Derecho, en vuelo armónico y equilibrado, dispuesto a ordenar cada vínculo como unido y diverso, ansiando la confusión del ego en el mar de una conciencia colectiva, a la par cada gota es el agua, y el agua es el mar.